Hola lector!

Una sonrisa tuya es un libro que llevo algún tiempo escribiendo, y me pareció una buena idea compartirlo para con quisiera pasar un buen rato leyéndolo.
Es una comedia romántica de la que actualmente tengo 19 capítulos escritos y que va increscendo.

Si estas leyendo esto, esque ya diste un paso entrando en mi blog y por ello te doy las gracias. Así como animarte a seguir leyendo.

Espero que disfruteis tanto leyendo como yo lo hago pensando y escribiendo la historia de Marta.

Se agradecen los comentarios!! y recomendaciones para seguir escribiendo jeje

30 de agosto de 2011

Capítulo 2

Ya en el autobús Marta calló incrédula sobre el primer sillón vacío que encontró. Repasó cada una de las palabras que ese chico tan encantador le había dirigido. Pero de lo que más se acordaba era de esa supersonrisa que tenía. La tenía hipnotizada, y no sabía cómo lo había conseguido.

Lo más extraño de todo es que, aunque tan solo hubiera sido por una milésima de segundo, Marta había sentido que el chico se interesaba por ella. ¿Serían sólo imaginaciones suyas? ¿O había sucedido de verdad?

Entonces vio su reflejo en la ventana del autobús. Vio su camiseta de Mickey Mouse que, aunque le encantaba, sabía que no era la prenda más adecuada para conquistar a un chico. Luego miró sus pantalones. Esos vaqueros de mercadillo que tanto tiempo tenían. Ya estaban un poco rotos y descosidos, pero estaba tan cómoda con ellos que le costaba trabajo quitárselos. Sus zapatillas... No eran lo más elegante del mundo, ni eran de marca, si no de supermercado pero, para su consuelo, al menos estaban de moda. Y por ultimo: su cabeza. Había pasado un día horrible, y eso había quedado reflejado en ella. Tenía enormes ojeras, no estaba bien peinada y, como acostumbraba, tampoco estaba maquillada. Había sido un día duro de estudios, ¿para qué iba a pintarse? Jamás pensó que podría conocer a ningún chico que le pudiera interesar en la biblioteca. Ella acostumbraba a meterse en sus libros y desconectar del mundo para concentrarse bien y que nada la distrajera. Nunca pensó en encontrarse a nadie fuera, ni tan siquiera en la parada del autobús, siempre esta llena de abuelitas que no tienen demasiada conciencia de dónde van siquiera e insisten en contarte cómo era la cuidad, pueblos y transportes cuando ellas eran pequeñitas.

Así que se desencantó, con ese aspecto era imposible que el chico se hubiera fijado en ella. Es mas, ¿cómo se le podía haber siquiera ocurrido semejante tontería? Estaba decepcionada consigo misma. Había aprendido ya hacía mucho tiempo, que nunca hay que hacerse ilusiones. Y ella, traicionándose a sí misma, lo había vuelto a hacer.

A partir de ahora no volvería a cometer estupideces como volverse a hacer ilusiones, enamorarse, quedar prendada de alguien, y a partir de ahora, no volvería a ponerse esa ropa; no al menos fuera de casa. Se arreglaría todos los días un poquito más y también empezaría a pintarse diariamente.

Unos minutos más tarde llegó a su parada. Hogar dulce hogar. Una de las cosas que más le gustaba de su casa es que la parada del autobús caía justo en su misma puerta; así que una vez que llegaba, nunca tenía que andar demasiado. Y eso siempre era motivo de alegría ya que luego tenía que subir hasta su tercero sin ascensor.

Su piso no era nada del otro mundo, pero era el piso más barato que encontró que no tuviera cucarachas. La sola idea de tener que compartir piso con esos inquilinos tan particulares la espeluznaba.

Sólo tenía una habitación, dentro de la cual incluso estaba la cocina, aunque menos mal que el cuarto de baño estaba en una habitación aparte. Estaba todo comprimido, pero le costaba tanto mantenerlo, que le tenía un cariño enorme. Y a ella le gustaba decir que no era pequeño, sino acogedor. Y si alguien se cegaba en lo contrario al menos se podía defender diciendo que mejor así, menos que limpiar.

Ya en el interior, se dejo caer sobre su sofá-cama con funda a cuadros verde y rojas, tipo falda escocesa que había intentado disimular, no con demasiado acierto, con una colcha rosa y blanca. Rezó para que el día de hoy acabara pronto, para dar al día siguiente la oportunidad de ser mejor. Al menos deseaba que fuera así, mejor. Lo necesitaba tanto...

A estas alturas calló en la cuenta, que desde que por la mañana había entrado en la biblioteca de arquitectura (que después de tanto tiempo odiaba tanto) no había mirado ni una sola vez el móvil. Es mas, aún lo tenía en silencio. Decidió sacarlo de la mochila para echarle un vistazo, aunque sabía que nadie la habría llamado, nunca nadie lo hace.

Para su sorpresa, tenía tres llamadas perdidas y un nuevo mensaje. Se puso muy contenta, ya que siempre era motivo de alegría que sus amigos se acordasen de ella.
El mensaje era de Marcos, su mejor amigo y decía lo siguiente:

“¡Hola Martita! (Le daba mucho coraje que la llamaran así, pero a él se lo permitía porque sabía que era cariñoso. Te he estado llamando para ver si te apetecía venir a tomar unas copas, pero al no cogerme el teléfono he supuesto que estabas estudiando y tenías el móvil en silencio. Mucha suerte con los exámenes. Llámame cuando termines y quedamos para echarnos unas risas. Un beso.”

Marcos era siempre tan fantástico y especial con ella… Casi siempre estaban juntos, e incluso casi la mayoría de gente se creían que estaban saliendo. De hecho, aún mucha gente les seguía preguntando si eran pareja. Pero sólo ellos sabían que no lo eran y porqué…
Al principio de conocerse, a Marta nunca le llamó la atención Marcos, estaba más interesada en otros amigos suyos, pero eso fue cuando no lo conocía. Cuando lo hizo, descubrió que era un chico sensible, bueno y simpático; como pocos chicos en esos días.
Él, desde el primer día, trazó una conexión impresionante con ella. Tanto que le contaba absolutamente todo lo que acontecía en su vida. Ella, por su parte, tomó esas revelaciones con gran alegría, ya que apreciaba de él esa gran confianza que depositaba en ella.
Pero sin saber cómo ni porqué, él terminó por considerarla a ella su mejor amiga y ella… Ella cometió un gran error, aunque no lo hizo queriendo: se enamoró de él.
Estaba loca por sus huesos, y no podía dejar de pensar ni un solo momento en él. Pero él… no sentía lo mismo por ella.
Lo que más temía ella en el mundo era perderlo a él, porque significaba muchísimo para ella.
Él, estaba seguro de que no la perdería nunca, porque el no estaba dispuesto a hacerlo, ella significaba mucho para él.
Pero en esa historia, como en otras muchas, se metieron terceras personas por medio, que queriendo mejorar las cosas entre ellos y unirlos no hicieron más que empeorar las cosas.
Entonces, otra persona que conocía muy bien a Marcos y tenía ciertos indicios sobre cómo era Marta, le dijo a esta última que Marcos lo estaba pasando muy mal porque temía perderla como amiga, cosa que más tarde averiguaría que no era cierto. Pero eso le hizo cuestionarse que sin querer, estaba haciendo daño a la persona que más quería en el mundo. Así que en ese mismo instante decidió que ya no sentiría nada fuera de lo normal por él; que a partir de ese momento ella sólo lo querría como lo que era: su mejor amigo. Y aunque a veces se le iba un poco la cabeza e imaginaba cosas que no debía, la mayoría del tiempo lo trataba como tal. Y es de ahí de donde surgió esa estupenda amistad en la que la confianza y la sinceridad eran las bases. Algo que para ambos significaba muchísimo y por lo que a cada uno más luchaba día a día por mantener e intensificar.

Una de las cosas que más le gustaban a ambos era hablar, así que Marta decidió llamarlo para ver si así conseguía despejarse un rato:

- ¡¡Hola Marquitos!!
- Hola cariño, justo estaba pensando que me faltaba algo, y era tu llamada
- que tontito eres…
- es lo que tiene ser el amigo tontito
- no digas tonterías
- ¿no te dijo nunca tu mamá que los tontos son los que dicen tonterías? Fuera de coñas, ¿cómo estas?
- Puf, horrible, como siempre
- No seas tu quien diga tonterías ahora, eso es que seguro que no te has mirado al espejo
- Si, si por eso te lo digo, porque lo he hecho y, ¿sabes una cosa? ¡Estoy horrible!
- jajaja. No será para tanto, pero bueno, ¿cómo esta esa estupenda arquitecta técnica?
- Destrozada
-Vaya, ¿y eso?
- He tenido un día horrible
- ¿Tanto?
- Pues sí
- No puede haber sido tan malo. A ver, cuéntame.
- ¿Por donde quieres que empiece? ¿Por la parte en que no he parado de estudiar en todo el día o por la que he conocido a un chico estupendo al que seguro que le he parecido invecil?
- Lo de que estabas estudiando ya lo imagine. Pero, ¿qué es eso de que has conocido a un chico estupendo?
- vah, ya no importa, seguro que piensa que soy horrible
- Seguro que no, porque no lo eres. Además, ¿porqué lo iba a pensar?
- Porque le dije que me moría por hablar con él…
- ¡¡¿en serio!!?
- Si, pero fue sin querer, ¡se me escapo!
- jajajaja ¡¡hay que cuidar más las cosas que uno dice Martita!!
- Ya bueno, pero eso ya no importa. ¿Qué has hecho tu?
- Vah, nada interesante, he ido a clases, currado, y poco más
- Vaya… un día de estos me va a dar un infarto debido a las vidas más interesante que llevamos…
- jajaja, serás teatrera…
- bueno, ya me conoces… aún estas a tiempo de ir a cambiarme a la tienda de amigas
- Eso nunca, ¿ si no con quien me iba a reír yo?
- ja ja ja
- y ja, que no se te olvide
- Sí claro. Bueno, a lo que iba, ¿qué haces mañana? Necesito despejarme un rato
- Pues lo que tu quieras
- Que fácil me lo pones…
- Ya sabes que sí. Bueno dime, ¿qué es lo que voy a hacer mañana?
- Comer conmigo, a las dos en la puerta de mi escuela
- ¡sí señor!
- jajaja, que tontito eres
- eso ya me lo has dicho, ¿algo nuevo que no sepamos ya?
- si, que eres genial y que te quiero mucho
- yo a ti también
- jaja, pero yo a ti mas
- no creo
- yo sí. Y no se hable más, que necesito descansar, me voy a la cama
- Vale chica, que descanses. Pero que sepas que yo te quiero más
- Que no, que yo más
-…
-¿Marcos?
- …
- ¿has colgado?

Sí, en efecto, lo había hecho. La había dejado con la palabra en la boca, pero, ¿Cómo se iba a enfadar con el con todo lo que le había dicho? Desde luego, llamar a Marcos era la forma perfecta de irse a la cama con una sonrisa. Estaba asegurado.


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