Hola lector!

Una sonrisa tuya es un libro que llevo algún tiempo escribiendo, y me pareció una buena idea compartirlo para con quisiera pasar un buen rato leyéndolo.
Es una comedia romántica de la que actualmente tengo 19 capítulos escritos y que va increscendo.

Si estas leyendo esto, esque ya diste un paso entrando en mi blog y por ello te doy las gracias. Así como animarte a seguir leyendo.

Espero que disfruteis tanto leyendo como yo lo hago pensando y escribiendo la historia de Marta.

Se agradecen los comentarios!! y recomendaciones para seguir escribiendo jeje

23 de octubre de 2011

Capítulo 12

-¡Hola! Marta, ¿verdad?

Marta se queda muda.

-¿Hola? ¿Estás ahí?

Pablo se empieza a reir. Esta chica es de lo que no hay. Otra vez parece qeu se le ha comido la lengua el gato o, mejor dicho, que no esta en este mundo.

Marta vuelve en si.

-¡Ay! ¡Perdona! Esque... Esque me he quedado un poco sorprendida... No esperaba que nadie viniese, y muchos menos tu - ¡Mierda! ¡No la cagues de nuevo Marta!-
-Jajaja. No te preocupes, es comprendible. Cuando yo he llamado a la puerta tampoca esperaba encontrarte aquí. Aunque he de admitir que ha sido una sorpresa muy grata.

En ese preciso instante Marta se da cuenta de que Pablo esta haciendo un duro esfuerzo por no mirarla de cuello para abajo porque... ¡Mierda! ¡Se le abía olvidado! ¡No llevaba nada debajo de la bata!

Apresuradamente marta se ata mejor y más fuerte la bata. Ambos se dan cuenta de lo que está pasando, así que Pablo se ruboriza un poco y Marta intenta cambiar de tema.

-Y bueno, ¿en qué puedo ayudarte? O dicho de otro modo: ¿qué te trae por aquí?
-Trabajo a tiempo parcial de mensajero y justo aquí traigo un paquete para ti.

Pablo había destacado que aquello era solo un trabajo a tiempo parcial. No quería que Marta pensara que era un gracasado y que aquello era lo máximo a lo que podía aspirar.
Normalmente no le daría más importancia al asunto. Él se sentía orgulloso de ese trabajo. Gracias a el su vida era un poquito menos complicada y le permitía tener algo de dinero para si mismo, poder afrontar sus pequeños gastos y, como no, ahorar para el futuro.

-¿Un paquete? ¿Para mi?
-Si, según pone aquí es de una empresa dedicada a actividades socioculturales.
-¡Ah! Es del trabajo. Esque trabajo programando actividades socioculturales
-Ay, que bonito.

El tenía razón. Marta era algo más que un simple mensajero. ¡Era programadora de actividades socioculturales! Bueno, no sabía realmente muy bien en qué consistía aquello, pero sonaba tan bien...

-Si bueno. Al menos me da lo suficiente para permitirme vivir. En condiciones lamentables eso si, pero vivir al fin y al cabo. Por ciero, perdón por la grosería, ¿quieres pasar? - ojalá acepte-.
- - ¡Mierda! - Ojalá pudiera, pero tengo que hacer alguna entrega mas antes de las cuatro.
-Bueno, aún te queda tiempo... - ¡Acepta! -.
- - Como me insista otra vez, no me veo con fuerzas de decir que no – No se...
-Venga, solo un refresco... -Ya no insisto más. No me voy a rebajar más... -
-Vale.

Pablo entra en la casa, con más verguenza que otra cosa ¿Descubrirá algo más sobre aquella misteriosa chica?

-Perdóname un momento, pero voy a ponerme algo de ropa.

Pablo le sonríe. Si por el fuera que no se cambiase nada. Así estaba  guapísima y genial.
Mientras Marta va a ponerse algo de ropa, el se queda observando la  casa. O el habitáculo claro. Todo en una sola habitación, que curioso. Menos el cuarto de baño claro. Estaba todo comprimido, era todo muy rosa y había que decir qeu estaba un poquitín desordenado.
Pero no sabía muy bien porqué, le encantaba.

En el cuarto de baño Marta se estaba poniendo lo primeor que había acertado a coger. Unos vaqueros y una camiseta.
No se lo puede creer. Pablo está en su salón. Pablo, el chico de la parada, está en su salón. Se lo repetía una y otra y otra vez para ver si conseguía asimilarlo y creerselo.
Se mira en el espejo... Bueno, más o menos.
Respira hondo y sale al salón

- Mejor así.
-Si tu lo dices...

Ambos sonríen

-Bueno, ¿qué quieres?
-¿Qué me ofreces?
-Tengo zumo de piña, de naranja, de manzana, limonada, batido de chocolado y en algún lado de la casa alguna lada de coca-cola. Lo siento, no tengo ni cerveza ni nada...nada normal vaya.
-¿Nada normal? ¿Porqué dices eso?
-Hombre, tu dirás. Zumitos, batiditos, limonada... Si, algo super normal.

Pablo no puede evitar reirse

-Ya estamos con las risitas... Que te gusta reirte de mi...
-Y yo ya te he dicho que no me río de ti, sino contigo. Lo cual he decir que es completamente diferente.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Que qué quieres?
-¡Ah! - Le encantaba sacarla de quicio- Una limonada por favor.
-Marchando.

Pablo se percata de que Marta tiene el almuerzo sobre la mesa.

-Vaya, te he molestado, ¿verdad?
- - ¿Tu? Nunca- No, ¿porqué lo dices?
-Hombre no se, quizás proque tienes el almuerzo encima de la mesa.
-Ah no, no te preocupes. Espero. No me importa. A no ser que... ¿Quieres comer algo? - Por favor, que diga que no, ¡que no tengo nada! -
-No gracias, eso ya es abusar.
-¿Abusar? Para nada bombre.
- No, no, en serio. Hoy no.
-¿Hoy no? - ¿Eso era lo que ella pensaba que era lo que ella creía que era? -
-Si... - ¡Animo Pablo! - Que casi mejor que comemos otro dia así mas tranquilitos... - ¡Ea! ¡Bomba lanzada!
- - Riéndose- Claro, cuando tu quieras.
- Que si no quieres no, ¿eh?
- - ¿Cómo que no quiero? - ¿Y porqué no iba a querer?
- Hombre, tu dirás, si te has descojonado en toda mi cara.
- Vamos, ahora vas a ser tu aquí el único que se pueda reir. De verdad que... Se llama risa nerviosa, que hay que decirlo todo.
- Ah... Así que te he puesto nerviosa...

Ese juego les estaba empezando a divertir mucho.

- No... - ni na - sólo me ha dado la risa nerviosa. Lo cual es completamente distinto...

Eso no se lo creía ni ella. Pablo demientras ríe y ríe, pero finalmente da su brazo a torcer.

- Vale, vale. Estamos en paz.
- Así me gusta.

Ambos se quedan un momento en silencio. No saben muy bien que decirse. ¿A estas alturas y ya se quedan sin temas de conversacion? Madre mia. Pero no, son solo los nervios. Hay que centrarse. Una comida. Pero, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿a qué hora?
Ninguno quiere ser el primero en hablar. A ambos les da verguenza. En el fondo piensan que el otro no quiere. No quieren hacerlo mal. No quieren fracasar en su intento. No quieren un rechazo más en su vida.

Pero Pablo, por primera vez en su vida, decide envalentonarse. Ahora o nunca, es el momento, y contra menos lo piense: mejor.

- Bueno y... ¿Me das tu número de teléfono o algo? Digo, para poder llamarte... Si quieres vaya...

Marta se levanta, se dirige a un cajón de la mesita de la tele, coje una hora de una de sus libretas... ¿de ositos? No, casi mejor que coje otra. No es momento de enseñar sus ositos y sus cursiladas. Le ha pedido su número de telefóno, es un gran avance, no es momento de cagarla. Así que se decide por un folio en blanco. Eso mejor.
Apunta su número y no puede evitar escribir:

“Si :-) “

Lo dobla muy bien, al menos tres veces y fuera escribe su nombre en letras mayúsculas.
Tras realizar esa operación cuelce al sofá con Pablo y le entrega el papelito. Ambos sonríen.

Durante un buen rato siguieron hablando muy animadamente.
Aunque a decir verdad si se le hubiese preguntado a alguno de los dos de qué hablaban, ninguno hubiera sido capaz de decir exáctamente sobre qué trataba su conversación. Pero eso no era lo importante.
Lo importante era que estaban juntos, que estaban hablando, hablansen de lo que hablasen. Que se reían, que lo pasaban bien y que estaban muy agusto.

Por casualidad o por simple curiosidad a Pablo le da por mirar el reloj. Cuando ve la hora no puede dar crédito a los que sus ojos viendo y se levanta de un salto del sofá. Marta se asusta.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Pero, ¿has visto la hora que es?
- No... ¿Qué hora es?
- ¿Qué qué hora es? ¡Son las cinco y media!

Marta es ahora la que se levanta de un salto.

- ¿Las cinco y media? Madre mia... Como se pasa el tiempo...
- Espero que al menos eso sea algo bueno...
- Lo es...

Ambos se miran y sonríen.

- Bueno, pues yo me tengo que marchar, que mira que horas son. Además tengo que repartir estos paquetes y no quiero que se me haga más tarde aún.
- Si, si. Lo siento mucho.
- ¿Que lo sientes?
- Si, siento haberte entretenido.
- No sientas eso. Si estoy aún aquí es porque he querido, además, esto ha sido lo mejor de mi semana.
- - Que mono. Y parece sincero... -

Ambos se dirigen hacia la puerta de salida sin atreverse a mirar a la cara. Y pensar que hace solo unos días Marta abía soñando conque ese chico estaba allí, en aquella habitacion, con ella... Y ahora lo estaba.

Es la hora de la despedida, aunque ninguno quiere que termine el momento de estar juntos.
Pero es inevitable.

Marta abre la puerta.
Y allí se quedan, junto a ella.
Quietos, mirándose de reojo.

- Bueno... Me voy...
- Si...
- Hasta la próxima...
-Eso...

¿Y ahora? ¿Qué?
¿Un beso? ¿Un abrazo? ¿La mano?
Ambos se lían, medio chocan. Cada uno va para un lado. Cuando uno intenta darle un beso al otro, el otro intenta darle la mano. Cuando uno intenta dar la mano, el otro intenta darle un beso.
Al final se dan la mano, de forma extraña y sin sentido.

¿La mano? ¿Solo la mano?
Y... ¿cuánto tiempo se supone que hay que estar aguantando con la mano dada?

Separan sus manos. Pablo dice adiós y sonríe. Se da media vuelta y se va.

Marta cierra la puerta. Se va para el sofá y se deja caer con un largo suspiro. No se cree lo que acaba de pasar...
Y después de aquello, ¿qué se supone que tiene que hacer ahora?

De pronto cae en la cuenta...

¡Su cita con Javi!

No hay comentarios:

Publicar un comentario