Hola lector!

Una sonrisa tuya es un libro que llevo algún tiempo escribiendo, y me pareció una buena idea compartirlo para con quisiera pasar un buen rato leyéndolo.
Es una comedia romántica de la que actualmente tengo 19 capítulos escritos y que va increscendo.

Si estas leyendo esto, esque ya diste un paso entrando en mi blog y por ello te doy las gracias. Así como animarte a seguir leyendo.

Espero que disfruteis tanto leyendo como yo lo hago pensando y escribiendo la historia de Marta.

Se agradecen los comentarios!! y recomendaciones para seguir escribiendo jeje

3 de septiembre de 2011

Capítulo 3

A la mañana siguiente Marta se levantó, con una energía que hacía mucho tiempo que no conocía. Se dirigió al cuarto de baño, encendió el equipo de música y lo puso a todo volumen, ese día no le importaban las quejas de los vecinos ni nada.
Se pegó una ducha maravillosa en la que no paró de cantar ni un solo momento. Se puso la ropa más bonita que tenía, unos maravillosos zapatos de tacón que tenía guardados en un rincón.
Se maquilló de una forma que increíblemente le favorecía muy gratamente e, incluso, parecía que estaba más delgada.

Bajó a la calle, hacía un día estupendo, el sol radiaba en lo alto del cielo azul. Se dirigió a la tienda de la esquina y se dio el placer de comerse unos donuts acabados de salir del horno que estaban deliciosos. Fue hasta la parada del autobús y justo en ese mismo momento llegó el autobús de la línea c1. No era el que llevaba a su facultad, pero aún decidió cogerlo.

Ya dentro del autobús le pareció ver cómo varios chicos se volvían para mirarla. Se sentía tan bien que la gente debía de notarlo.

En vez de pararse en la escuela, se dio el gusto y placer de dirigirse a su centro comercial favorito e iniciar así un día prometedor de compras. Entró en la primera tienda. Vio los pantalones que tantísimo tiempo llevaba buscando. No había pantalones de su talla, pero aún así decidió probarse una talla menos, por saber cómo le quedaban. Pero, increíblemente: ¡le entraban! Y no sólo eso, si no que le quedaban estupendos. Se dirigió a pagarlos, y: ¡estaban al 50% de descuento!. El día no podía ir mejor. Pero se equivocó.

Cuando estaba ya en su cuarta tienda, tras haberse comprado, a demás de esos pantalones tan especiales, unos zapatos, dos camisetas y una chaqueta sintió cómo alguien se paraba delante de él, pero decidió no prestar cuenta. Pero entonces escuchó una voz conocida:

-¿Marta?

Cuando levantó la cabeza no se lo podía creer. ¡Era Pablo! El chico tan estupendo que había conocido el día anterior en la parada. Y lo mejor: ¡se acordaba de ella!

- ¡¡Pablo!! ¡Qué sorpresa! No esperaba encontrarte aquí
- Bueno ni yo a ti
- Pero… ¿Qué haces aquí? Esto es una tienda de ropa femenina…
- Es que…
- Bueno, no hace falta que lo digas, seguro que estas comprándole algo a tu novia (mierda, ¿Cómo había podido ser tan tonta? Se había vuelto a hacer ilusiones, y encima es que tenía hasta novia.
- No te equivocas. Trabajo aquí
- Vaya…(eso si que no se lo esperaba) lo siento
- ¿lo de que no tenga novia o lo de que trabaje aquí?
- ¿la verdad?
- Sí claro
- ninguna de las dos cosas
- ¿entonces?
- siento haberme equivocado
- No es nada. He de decir que no eres la primera a la que le pasa. Y bueno, ¿puedo ayudarte en algo? Aunque ya veo que vas bien cargada de compras
- Ah, estas bolsitas… pues si, necesitaba darme el gusto
- Muy bien que haces, yo si pudiera también lo haría
- ¿y que te lo impide?
- No sé, ¿Qué lo hace?
- Tu dirás
- Tienes razón. Hoy voy a hacer lo que me apetezca
- Muy bien que haces. Me alegro de haberte servido de algo. Que te lo pases bien, seguiré haciendo mis compras pues
- A ti por casualidad…
- A mí por casualidad, ¿el que?
- Que si por casualidad no te apetecería comer conmigo, ¿no?
- Mmm… ¿me estas pidiendo una cita?
- ¿quieres?
- jajaja, pues claro que quiero, ¿cómo no iba a querer?
- no sé, quizás parezca un psicópata o, ¿Quién sabe? Algo peor
- jaja, no digas eso, si tienes cara de ángel…
- Pues entonces he de parecerme a ti. Porque nunca había visto a otra persona como tu, así que he supuesto que eras un ángel que se ha caído del cielo…

El resto del día fue simplemente maravilloso. Él la invitó a un almuerzo aunque poco romántico, muy especial. Pablo consiguió darle a la comida rápida ese toque divertido y maravilloso que tan difícil es encontrar. Tras el almuerzo, fueron a tomar un helado, y estuvieron paseando un rato. Pasaron por delante de una de las jugueterías más grandes de toda Sevilla, y decidieron entrar. Jugaron y rieron como niños. Eran el centro de atención y todo el mundo se maravillaba con la buena conexión que había entre ambos y lo bien que parecía que lo estaban pasando y la buena pareja que hacían. Llegaron a la parte de los peluches, y Marta no pudo contenerse, y le confesó a Pablo la gran afición que sentía por estos muñecos tan suaves y blanditos. Le contó que cada peluche que tenía, significaba algo para ella. Que todos y cada uno de ellos le recordaban a una parte especial de su vida. O en el caso de que fueran regalados, le recordaba a esa persona y todos los buenos momentos que había pasado con ella. También le contó que eran los mejores amigos de lágrimas que tenía. Que eran capaces de soportar una gran llorera sobre sus hombros y ser abrazados contra sí con fuerza y que nunca rechistaban, que incluso conseguían consolarte sin decir nada.
Tras ello, Pablo cogió un precioso perrito marroncito y beige de la estantería mas alta y se lo regalo a Marta mientras le decía:

- Para que te acuerdes siempre de mí. Para que sea un pedacito de tu historia y para que cuando lo abraces, lo hagas pesando en mi.

Éste era un chico especial, y Marta no lo podía dejar escapar, por eso cuando este le preguntó si le apetecía completar el día con una cena, ella contestó que si, pero que esa cena sería en su casa.

Mientras subían las escaleras, Marta advirtió que no se esperara una gran casa, que ni mucho menos lo era, pero que ella se sentía bien viviendo allí y que le encantaba. Pablo por su parte se sorprendió muchísimo de lo pequeña que era la casa, pero sin embargo le encantó como la tenía decorada, porque entre otras cosas se notaba que Marta le había puesto mucho empeño y cariño. Reflejaba muy bien cómo era ella. Y eso le gustaba mucho.
Cenaron una pizza recalentada en el microondas(lo poco que había en el piso) pero ninguno de los dos pareció percatarse de que estaba un poco chamuscada, lo único que ambos sabían eran mirarse a los ojos y sonreír.

En uno de esos momentos, Pablo soltó su trozo de pizza y dirigiéndose a Marta le dijo que a pesar de sólo haber pasado unas horas juntos sentía que llevaba toda una vida con ella y quería hasta el último milímetro de su persona. Tras esto, se acercó poco a poco hacia Marta, hasta que posó sus labios en los suyos. Fue entonces cuando se fundieron en un beso que les pareció eterno. Y tras lo cual hicieron el amor cuidadosa, sensible y cariñosamente.
Cada beso, cada caricia, cada miraba, parecía detener el tiempo antes sus ojos haciendo que ese momento fuera eterno para ellos.

Finalizado el coito, Marta calló extasiada en los brazos de Pablo. Había sido tan encantador cómo lo había sido durante todo el día. Y así se quedó dormida en sus brazos con una dulce sonrisa asomándose en sus labios.

Eran las 5 de la mañana, Marta se despierta con una sonrisa en su boca, mira la cama, pero esta vacía. Mira a su alrededor, pero no hay nadie. Ni restos de una cena, ni restos de un nuevo peluche. Parece que nada se había movido allí desde… desde que anoche se acostara

No lo podía creer. Todo aquello: había sido sólo un sueño


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