Hola lector!

Una sonrisa tuya es un libro que llevo algún tiempo escribiendo, y me pareció una buena idea compartirlo para con quisiera pasar un buen rato leyéndolo.
Es una comedia romántica de la que actualmente tengo 19 capítulos escritos y que va increscendo.

Si estas leyendo esto, esque ya diste un paso entrando en mi blog y por ello te doy las gracias. Así como animarte a seguir leyendo.

Espero que disfruteis tanto leyendo como yo lo hago pensando y escribiendo la historia de Marta.

Se agradecen los comentarios!! y recomendaciones para seguir escribiendo jeje

28 de octubre de 2011

Capítulo 13

Pero, ¿cómo había podido olvidarse de su cita? ¡Su cita!
¡Tenía una cita con Javi! Su compañero de clase. EL chico que tan solo la noche anterior la había pedido salir. Salir hoy. ¡Ya! El chico por y para el que llevaba toda la mañana arreglándose. Si. Javi, ese mismo chico.

¡Las cinco y media! Y en tan solo tres horas y medias Javi pasaría a recogerla. La recogería en su puerta, en su coche, ¿podría ser todo más perfecto?
Pero eran las cinco y media y aún no ha comido nada. No se ha peinado, pintado ni vestido. ¡No le va a dar tiempo!

A ciencia cierta jamás había tardado tanto tiempo en arreglarse. Jamás de los jamases. De hecho, normalmente, no le ocupaba más de una hora. Siepre había estado orgullosa de esa característica suya. Pero llevaba tanto tiempo sin tener una cita... que estaba un tanto demasiado descuidada.
Además, no todos los días se tenía una cita. ¡Y mucho menos una cita con Javi!

Así que tenía que tomar una decisión: ¿qué hacer primero? Tras un segundo se decidió: comer.
Estaba muerta de hambre. Así que volvió a calentar la comida. Y no esque comiera. No. Esque engullió la comida. Ni que no hubiera comido en días, pero tenía reponer fuerzas...
Al priori pensó en ni siquiera lavar los platos. Pero pensó. Y si... ¿y si la noche iba bien... y acababan en su casa?

¡Mierda! ¡No había pensado en eso! Otra cosa mas para la lista: recoger. Bueno, hará eso a continuación.
Por una vez quizás sea util es de las películas. Eso de esconder las cosas y la suciedad debajo de la alfombra, debajo de los cojines del sofá, de los muebles...
Aunque para ella eso era demasiado. Marta se conforma con guardar las csoas dentro de los cajones, los muebles, ... hasta tal punto que como abriese mas de la cuenta una puerta de algún armario o mueblecito simplemente se le caería todo encima. Porque estaba puesto de mirame y no me toques.

Tras poner las cosas mas o menos en condiciones (a simple vista claro) vuelve a meterse de nuevo en el cuarto de baño.

Lo de controlar su pelo se le vuelve algo horrible. Normalente no suele tener demasiados problemas con el. No al menos más de los normales. Pero hoy... Hoy no conseguía ponerlos a su gusto. Cuanto mejor quieres que te salgan las cosas, peor acaban saliendo. Marta espera que su cita no siga esa tónica, y eso que aún no tiene ni idea de los acontecimientos a proceder.

Al final desiste. Se hace un recogido medio extraño que no le convence en demasía. Pero bueno, esta gracioso y original al menos.

Luego pasa al maquillaje. Un poquito de sombra por aquí, otro por acá. Otro poquillo otra vez por aquí... Otra vez por acá para igualar... Se pasa de la raya. Vuelta a empezar.
Como no sabe muy bien qué ropa se va a poner se pinta los ojos de un color estándar con toques en negro (porque lo que se ponga lo va a tener que combinar con ese color, ya que son el color de los únicos zapatos de tacón que tiene)
Cuando termine de vestirse, ya le dará un retoque de color. ¿O no?

Y ahora toca la mas ardua, dificil y complicada tarea de todas: elegir la ropa.

Los zapatos ya los tiene pero... ¿qué más? ¿Falda, vestido o pantalón?

 Tras una hora de probarse prendas aún no ha decidido nada.
Además, ¿qué estilo lleva? Porque si va muy arreglada va a dar la impresión de que espera mucho de esa cita, de que esta loca por el y que está un poco desesperada ya de paso. Pero si se arregla muy poco va a dar la impresión de que no le importa la cita y pasa del tema. Y eso tampoco es!

Además, tampoco quiere ir desentonando con el. Porque si el va muy arreglado y ella nada queda feo. Pero si el no va arregaldo nada y ella mucho, también queda muy feo.

Lo mejor sería saber de ante mano qué va a llevar el puesto. Pero como no lo llame es un tanto imposible saberlo. Y claro esta que no lo va a llamar... con sus amigas puede hacer eso. De hecho es una herramienta muy recurrente. Para ir todas mas o menos del mismo estilito sin ir iguales, que eso también esta muy feo. Pero claro, a Javi no lo va a llamar para preguntarle cómo va. Anda que iba a quedar bien. Además, ahora que acaba de caer, no tiene siquiera su número de teléfono...

Otra cosa importante que debería saber es dónde van a ir. Porque no es lo mismo ir a un sitio con arena como la playa donde los tacones se clavan, que ir a un restaurante super elegante en donde ir en chanclas o zapatillas quedaría estrepitosamente mal.

Cuando le da por mirar el reloj son ya las nueve menos cuarto. ¡Y aún no se ha vestido!

Al final, tras tanta deliveración y prisa, decide ponerse algo intermedio. vaqueros pegaditos, camisa, rebeca y tacones. Entre pinto y valdemoro como diría su abuela.

A las nueve menos dos minutos sale pitando escaleras abajo. Y cuando está a punto de alcanzar la puerta de la calle... ¡Mierda! ¡Los apuntes!

Cuando por fin se sitúa en la calle, en el sitio acordado, son las nueve y un minutos. Tiene los apuntes en la mano y está jadeante de lo que ha corrido escaleras arriba y abjo. ¡Y con tacones!

Espera que Javi no sea más puntual que ella. ¿Y si hubiera llegado antes y al no verla se hubiera ido? Pero no, no podía ser, no por un minuto.

Así que prefiere seguir pensando que eso no ha pasado y empieza a esperar...

23 de octubre de 2011

Capítulo 12

-¡Hola! Marta, ¿verdad?

Marta se queda muda.

-¿Hola? ¿Estás ahí?

Pablo se empieza a reir. Esta chica es de lo que no hay. Otra vez parece qeu se le ha comido la lengua el gato o, mejor dicho, que no esta en este mundo.

Marta vuelve en si.

-¡Ay! ¡Perdona! Esque... Esque me he quedado un poco sorprendida... No esperaba que nadie viniese, y muchos menos tu - ¡Mierda! ¡No la cagues de nuevo Marta!-
-Jajaja. No te preocupes, es comprendible. Cuando yo he llamado a la puerta tampoca esperaba encontrarte aquí. Aunque he de admitir que ha sido una sorpresa muy grata.

En ese preciso instante Marta se da cuenta de que Pablo esta haciendo un duro esfuerzo por no mirarla de cuello para abajo porque... ¡Mierda! ¡Se le abía olvidado! ¡No llevaba nada debajo de la bata!

Apresuradamente marta se ata mejor y más fuerte la bata. Ambos se dan cuenta de lo que está pasando, así que Pablo se ruboriza un poco y Marta intenta cambiar de tema.

-Y bueno, ¿en qué puedo ayudarte? O dicho de otro modo: ¿qué te trae por aquí?
-Trabajo a tiempo parcial de mensajero y justo aquí traigo un paquete para ti.

Pablo había destacado que aquello era solo un trabajo a tiempo parcial. No quería que Marta pensara que era un gracasado y que aquello era lo máximo a lo que podía aspirar.
Normalmente no le daría más importancia al asunto. Él se sentía orgulloso de ese trabajo. Gracias a el su vida era un poquito menos complicada y le permitía tener algo de dinero para si mismo, poder afrontar sus pequeños gastos y, como no, ahorar para el futuro.

-¿Un paquete? ¿Para mi?
-Si, según pone aquí es de una empresa dedicada a actividades socioculturales.
-¡Ah! Es del trabajo. Esque trabajo programando actividades socioculturales
-Ay, que bonito.

El tenía razón. Marta era algo más que un simple mensajero. ¡Era programadora de actividades socioculturales! Bueno, no sabía realmente muy bien en qué consistía aquello, pero sonaba tan bien...

-Si bueno. Al menos me da lo suficiente para permitirme vivir. En condiciones lamentables eso si, pero vivir al fin y al cabo. Por ciero, perdón por la grosería, ¿quieres pasar? - ojalá acepte-.
- - ¡Mierda! - Ojalá pudiera, pero tengo que hacer alguna entrega mas antes de las cuatro.
-Bueno, aún te queda tiempo... - ¡Acepta! -.
- - Como me insista otra vez, no me veo con fuerzas de decir que no – No se...
-Venga, solo un refresco... -Ya no insisto más. No me voy a rebajar más... -
-Vale.

Pablo entra en la casa, con más verguenza que otra cosa ¿Descubrirá algo más sobre aquella misteriosa chica?

-Perdóname un momento, pero voy a ponerme algo de ropa.

Pablo le sonríe. Si por el fuera que no se cambiase nada. Así estaba  guapísima y genial.
Mientras Marta va a ponerse algo de ropa, el se queda observando la  casa. O el habitáculo claro. Todo en una sola habitación, que curioso. Menos el cuarto de baño claro. Estaba todo comprimido, era todo muy rosa y había que decir qeu estaba un poquitín desordenado.
Pero no sabía muy bien porqué, le encantaba.

En el cuarto de baño Marta se estaba poniendo lo primeor que había acertado a coger. Unos vaqueros y una camiseta.
No se lo puede creer. Pablo está en su salón. Pablo, el chico de la parada, está en su salón. Se lo repetía una y otra y otra vez para ver si conseguía asimilarlo y creerselo.
Se mira en el espejo... Bueno, más o menos.
Respira hondo y sale al salón

- Mejor así.
-Si tu lo dices...

Ambos sonríen

-Bueno, ¿qué quieres?
-¿Qué me ofreces?
-Tengo zumo de piña, de naranja, de manzana, limonada, batido de chocolado y en algún lado de la casa alguna lada de coca-cola. Lo siento, no tengo ni cerveza ni nada...nada normal vaya.
-¿Nada normal? ¿Porqué dices eso?
-Hombre, tu dirás. Zumitos, batiditos, limonada... Si, algo super normal.

Pablo no puede evitar reirse

-Ya estamos con las risitas... Que te gusta reirte de mi...
-Y yo ya te he dicho que no me río de ti, sino contigo. Lo cual he decir que es completamente diferente.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Que qué quieres?
-¡Ah! - Le encantaba sacarla de quicio- Una limonada por favor.
-Marchando.

Pablo se percata de que Marta tiene el almuerzo sobre la mesa.

-Vaya, te he molestado, ¿verdad?
- - ¿Tu? Nunca- No, ¿porqué lo dices?
-Hombre no se, quizás proque tienes el almuerzo encima de la mesa.
-Ah no, no te preocupes. Espero. No me importa. A no ser que... ¿Quieres comer algo? - Por favor, que diga que no, ¡que no tengo nada! -
-No gracias, eso ya es abusar.
-¿Abusar? Para nada bombre.
- No, no, en serio. Hoy no.
-¿Hoy no? - ¿Eso era lo que ella pensaba que era lo que ella creía que era? -
-Si... - ¡Animo Pablo! - Que casi mejor que comemos otro dia así mas tranquilitos... - ¡Ea! ¡Bomba lanzada!
- - Riéndose- Claro, cuando tu quieras.
- Que si no quieres no, ¿eh?
- - ¿Cómo que no quiero? - ¿Y porqué no iba a querer?
- Hombre, tu dirás, si te has descojonado en toda mi cara.
- Vamos, ahora vas a ser tu aquí el único que se pueda reir. De verdad que... Se llama risa nerviosa, que hay que decirlo todo.
- Ah... Así que te he puesto nerviosa...

Ese juego les estaba empezando a divertir mucho.

- No... - ni na - sólo me ha dado la risa nerviosa. Lo cual es completamente distinto...

Eso no se lo creía ni ella. Pablo demientras ríe y ríe, pero finalmente da su brazo a torcer.

- Vale, vale. Estamos en paz.
- Así me gusta.

Ambos se quedan un momento en silencio. No saben muy bien que decirse. ¿A estas alturas y ya se quedan sin temas de conversacion? Madre mia. Pero no, son solo los nervios. Hay que centrarse. Una comida. Pero, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿a qué hora?
Ninguno quiere ser el primero en hablar. A ambos les da verguenza. En el fondo piensan que el otro no quiere. No quieren hacerlo mal. No quieren fracasar en su intento. No quieren un rechazo más en su vida.

Pero Pablo, por primera vez en su vida, decide envalentonarse. Ahora o nunca, es el momento, y contra menos lo piense: mejor.

- Bueno y... ¿Me das tu número de teléfono o algo? Digo, para poder llamarte... Si quieres vaya...

Marta se levanta, se dirige a un cajón de la mesita de la tele, coje una hora de una de sus libretas... ¿de ositos? No, casi mejor que coje otra. No es momento de enseñar sus ositos y sus cursiladas. Le ha pedido su número de telefóno, es un gran avance, no es momento de cagarla. Así que se decide por un folio en blanco. Eso mejor.
Apunta su número y no puede evitar escribir:

“Si :-) “

Lo dobla muy bien, al menos tres veces y fuera escribe su nombre en letras mayúsculas.
Tras realizar esa operación cuelce al sofá con Pablo y le entrega el papelito. Ambos sonríen.

Durante un buen rato siguieron hablando muy animadamente.
Aunque a decir verdad si se le hubiese preguntado a alguno de los dos de qué hablaban, ninguno hubiera sido capaz de decir exáctamente sobre qué trataba su conversación. Pero eso no era lo importante.
Lo importante era que estaban juntos, que estaban hablando, hablansen de lo que hablasen. Que se reían, que lo pasaban bien y que estaban muy agusto.

Por casualidad o por simple curiosidad a Pablo le da por mirar el reloj. Cuando ve la hora no puede dar crédito a los que sus ojos viendo y se levanta de un salto del sofá. Marta se asusta.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Pero, ¿has visto la hora que es?
- No... ¿Qué hora es?
- ¿Qué qué hora es? ¡Son las cinco y media!

Marta es ahora la que se levanta de un salto.

- ¿Las cinco y media? Madre mia... Como se pasa el tiempo...
- Espero que al menos eso sea algo bueno...
- Lo es...

Ambos se miran y sonríen.

- Bueno, pues yo me tengo que marchar, que mira que horas son. Además tengo que repartir estos paquetes y no quiero que se me haga más tarde aún.
- Si, si. Lo siento mucho.
- ¿Que lo sientes?
- Si, siento haberte entretenido.
- No sientas eso. Si estoy aún aquí es porque he querido, además, esto ha sido lo mejor de mi semana.
- - Que mono. Y parece sincero... -

Ambos se dirigen hacia la puerta de salida sin atreverse a mirar a la cara. Y pensar que hace solo unos días Marta abía soñando conque ese chico estaba allí, en aquella habitacion, con ella... Y ahora lo estaba.

Es la hora de la despedida, aunque ninguno quiere que termine el momento de estar juntos.
Pero es inevitable.

Marta abre la puerta.
Y allí se quedan, junto a ella.
Quietos, mirándose de reojo.

- Bueno... Me voy...
- Si...
- Hasta la próxima...
-Eso...

¿Y ahora? ¿Qué?
¿Un beso? ¿Un abrazo? ¿La mano?
Ambos se lían, medio chocan. Cada uno va para un lado. Cuando uno intenta darle un beso al otro, el otro intenta darle la mano. Cuando uno intenta dar la mano, el otro intenta darle un beso.
Al final se dan la mano, de forma extraña y sin sentido.

¿La mano? ¿Solo la mano?
Y... ¿cuánto tiempo se supone que hay que estar aguantando con la mano dada?

Separan sus manos. Pablo dice adiós y sonríe. Se da media vuelta y se va.

Marta cierra la puerta. Se va para el sofá y se deja caer con un largo suspiro. No se cree lo que acaba de pasar...
Y después de aquello, ¿qué se supone que tiene que hacer ahora?

De pronto cae en la cuenta...

¡Su cita con Javi!

18 de octubre de 2011

Capítulo 11

Ocho de la mañana.

Marta está cansada de dar vueltas en la cama. No puede dormir más. Está nerviosa, muy nerviosa. Esta noche tendrá una cita con Javi. Su compañero de clase. Ese chico guapo, encantador y con una sonrisa de infarto.
Ese chico que la noche anterior la había invitado a salir. Que le había apartado un mechón de pelo de la cara mientras le sonreía. Wue le había dado u beso en la mejilla. Esa mejilla. Esa mejilla que marta no había dejado de tocar desde la noche anterior.

Y Marta no puede dormir más. ¿Porqué? Porque tiene que buscar los apuntes, porque está nerviosa por la cena y porque no sabe qué ponerse.
Se tiene que depilar, duchar, peinar, pintar y vestirse.
Y no quiere llegar tarde. No puede llegar tarde. Porque quiere demostrar que es un bulo eso deque las chicas siempre llegan tarde. Wue son unas tardonas y que siempre hacen esperar.

-Yo voy a demostrar que éso no es verdad. Que se puede ser una chica, ir muy guapa y llegar a tiempo

Así que se levanta decidida y se pone a buscar los apuntes para Javi. Lo primero es lo primero.

Tras treinta minutos de agonizante amargura por fin los encuentra.  ¿Qué hubiera pasado si no los hubiera encontrado?

Se imaginaba a ella esperando en la acera de la calla. A Javi llegando y preguntándole

-¿Y mis apuntes?
-No los encuentro
-¿Que no los encuentras? ¿Que-no-los-en-cu-en-tras? Pos ahí te quedas.

Entonces el ser iría quemando rueda y pasando por encima de un charco que haría que Marta se empapara de los pies a la cabeza.

No. No. Eso no iba a pasar. Porque al final había conseguido encontrarlos y estaban en perfectas condiciones. Por suerte para ella.

Una vez consigue estar tranquila con respecto a ese tema decide desayunar tranquilamente sobre el sofá y viendo la tele. Daba igual lo que estuvieran echando. Ella tenía otras cosas en la cabeza.

Mas tarde decide empezar su sesión de belleza. Tiene que estar espectacular para esa noche.

Primero el turno de la tortura chica. Se depila cejas, bigote, axilas, piernas e incluso las ingles. Cuadno termina parece un completo y absurdo payaso ya que todo lo que se ha depilado esta hinchado y colorado a no poder mas.

En un intento desesperado de que baje la hinchazón se da una ducha. En principio su intención era darse un baño para relajarse más aún. Con sales de baño, pompitas y esas cosas, pero ha perdido demasiado tiempo intentando una depilación perfecta, aunque al final cree que no ha conseguido del todo igualar las dos cejas...

Tras la ducha se pone una mascarilla en la cabeza y se envadurna el cuerpo de crema olor a fresa. Otra cosa no sabe, pero oler va a oler bien desde lejos.

Mientras espera que la mascarilla le haga efecto se pone la bata de estar por casa y va a almorzar algo.

No entiende cómo pueden ser las dos de la tarde. Es imposible que se tan tarde. No ha tardado tanto... ¿o si?

Por tal de no prepararse algo de comer decide comer de sobras. Recalienta un fileta y coge un bol de ensalada de pasta. Eso le pasa porque siempre le sobra comida cuando la hace, porque no controla muy bien eso de las cantidades de comida. Aunque al final, en momento como aquellos, se alegra no tener medida a la hora de hacer de comer.

Cuando lo tiene todo preparado y al fin va a hincarle el diente a la comida (porque parece mentira pero la sesión de belleza le ha dado mucha hambre) llaman a la puerta.

Marta va de mala gana, abre la puerta y no puede dar crédito a lo que ven sus ojos. ¡Es Pablo! ¡El chico de la parada!

12 de octubre de 2011

Capítulo 10

De vuelta a la realidad, Marta decide regresar a casa.

Se quita los zapatos, y anda por la playa llevándolos en la mano. Al rato se detiene, mira hacia el mar y se sienta en la arena.

Sabe lo que quiere, sabe quién es, sabe que tiene amigos que la quiere, pero sin embargo no pude dejar de sentirse sola. Y no termina de entender porqué.

Sabe que le falta algo en la vida. Sabe que le falta esa cosita para sentir q no es del todo horrible, que le falta esa cosita que le haga sentir aunque solo sea por un momento especial, esa cosita que le haga sentir que puede ser algo mas que una buena amiga.

Si, si ha estado con algún que otro chico. Pero con ninguno de ellos consiguió sentirse especial. Ninguno de ellos le gustaba en realidad. Simplemente estaba con ellos porque... porque... porque si. Aunque no le gustaban era una mujer, tenía sus necesidades, deseaba estar con alguien, intentar empezar a sentir algo, darles, darse una oportunidad.

Solo quería encontrar a alguien que cuando lo tuviera delante suya, los minutos pudieran pasar sin nisiquiera inmutarse. Sólo quería sentir algo que le llenase. Sólo eso. Solo un día. Solo un rato. Solo quería saber cómo era, qué se sentia. Solo ansiaba tener lo que todo el mundo tenía... menos ella.

Absorta en estos y otros pensamiento se quedó mirando las estrellas. La osa mayor, la osa menor, el carro...

Le encantaba. Le encantaba estar de noche, bajo las estrellas, a la orilla del mar, escuchando el romper de las olas en la orilla. La tranquilidad del silencio nocturno, la noche.

Un gran suspiro...

Bueno, se acabó, no se iba a compadecer de si misma. Ella era como era, y algún día le tendría que gustar a alguien, si no, pues bueno, no pasa nada. Tiempo al tiento, todo llega. O esperemos que llegue claro.

Así que Marta decide seguir su camino a casa.

Andando, se encuentra con una cafetería. De ambiente vintage, con unos sofas aparentemente muy cómodos, una musica relajante,... Así que decide entrar, no sin antes ponerse los zapatos claro.

La cafetería estaba a una temperatura muy agradable. Marta se pide un cafe, se sienta en una mesa retirada y empieza a leer un libro (menos mal que siempre lleva uno en el bolso)

Se siente muy bien y muy agusto con sigo misma. Mientras está leyendo se percata de que parece que hay alguien parado junto a ella, mirándola. No sabe si mirar o no. Está tan agusto... No quiere que le molesten, no sabe si quiera si estan parado ahí por ella. Pero finalmente decide levantar la vista.

¡Es Javi!

    - Hola!
    - Hola...
-Yo te conozco, ¿verdad? Esque te he vsito ahí sentada, con tu libro y tengo la sensación de que te conozco de algo, pero no se muy bien de qué.

Ver para creer, piensa Marta. ¡Y encima es hasta de verdad!

- Si bueno, hemos estado juntos en clase.
-¡Ah! ¿Tu también estudias periodismo?

Y diciendo esto se sienta al lado suya. Marta no puede dar crédito a lo que está sucediendo. Sin pretenderlo y ahí está. Bueno, ahí están...

-No... no estudio periodismo. Estudio Arquitectura Técnica...
-¡Ah! ¿Pero no decías que habíamos estado juntos en clase?
-Si, pero del ibre configuración...
-¡Ah! ¡Ya me acuerdo de ti! Tu eres la chica de los buenos apuntes.
-Supongo...
-Pues anda que no has cambiado nada...
-¿Gracias?
-Por cierto que me viene muy bien dar contigo. Justo hace unos días le dije a un chaval que tu tenías muy buenos apuntes y que te los pidiera. A ver si el te conocía, porque yo no tenía ni diea. Y la verdad es que no me vendrían mal los apuntes, ¿me los dejas?

La verdad esque Marta no sabía si aquello en realidad iba bien o mal...

-Eh... Bueno no se, como quieras...
-Si no quieres no, ¿eh? Pero me vendrían tan bien... Además, tu ya has aprobado, ¿verdad?
-Si...
-¿Entonces? ¿Me los dejas?
-Vale... Pero, ¿cómo te los doy?
-Pues... ¿Qué te parece si quedamos mañana, te intivo a cenar y así matamos dos pájaros de un tiro?

Esto último lo dice quitándole un mechón de la cara y sonriéndole con mucha pircardía. ¡Qué sonrisa! Marta no se lo podía creer. ¿Estaba intentando ligar con ella? ¿O esque sólo quería sus apuntes?
De alguna forma u otra tendría que averiguarlo.

-De acuerdo... ¿Dónde y a qué hora?
-¿Te recojo a eso de las 9 y media de la noche?
-Vale, ¿dónde?
-¿En tu casa?
-Vale...

¿En mi casa? ¡¿En-mi-ca-sa?!
Madre mía. ¡Madre mía!
Tan solo pensarlo y ya se estaba retorciendo de los nervios.
¡Pero era el! ¡Era Javi! ¡Invitándola a cenar!
Asi que Marta coje un trozo de papel, le aupnta su dirección y se lo entrega a Javi.

-Allí te estaré esperando.
-Eso espero.

Y diciéndole este con una gran sonrisa, Javi se levanta, le da un meso en la mejilla, y se va...

Marta no consigue salir de su asombro.

Pero si, es la pura realidad.

Esta vez no hay sueños, no hay imaginación, no hay nada. Es la realidad. ¡La realidad!

¡Mañana tenía una cita! Bueno, no sabía si era una cita de verdad  o no, pero al menos ella pensaría que lo era.

De pronto Marta mria a su alrededor. Ahora se siente ridícula allí sentada sola con su libro. Además, que aquella noche había sido suficiente para ella. Así que decide regresar a casa y acostarse en su querida cama mientras sueña, como no, en cómo será su cita la noche siguiente con Javi...

Si, tendría una cita con Javi...

Una cita con Javi...

Con Javi...

Javi...

Y con estos últimos pensamientos se queda dormida.


 

4 de octubre de 2011

Capítulo 9

Allí estaba ella, en una fiesta en la que no se sentía invitada. ¿A caso el que te digan que vayas, significa realmente que quieren estar contigo?

Miraba a su alrededor, y sólo veía personas riendo y bailando; pasándoselo bien en definitiva. ¿Y ella? ¿Qué hacía ella? Ella simplemente miraba a su alrededor, miraba a esa gente a los que conocía, pero que en ese momento les parecía extraños.
¿En qué momento se le ocurrió asistir? Lo sabía. En el momento en que sus amigos le insistieron y le dijeron que Javi acudiría…

- Tienes que venir, ¿cómo te vas a quedar  en casa sola, con la pedazo de noche que hace?
- ¡Pero si no me han invitado!
- Si que lo han hecho. Te recuerdo que Paco nos dijo que si querías ir, fueras.
- ¿Y qué clase de invitación es esa?
- La suficiente para ir, sabiendo que estas invitada. Además… ¿A que no sabes quien va a ir?
- ¿Y qué mas da? ¡Si no sabe ni que existo!
- Claro que si. El otro día le dijo un chaval de vuestra clase de libre que te podía pedir los apuntes, que tienen pinta de ser muy buenos. Así que al menos sabe quién eres.
- ¿Ah si? Bueno, iré. Pero que sepáis que sólo voy para no quedarme sola en casa.

Y allí estaba, en la dichosa fiesta, comprobando lo que ella ya sabía, que en realidad no estaba invitada y que en el mundo de Javi, no existía. Y eso no iba a cambiar.

Sin embargo, cuando creía que Javi no vendría, apareció . Allí estaba, parado bajo el quicio de la puerta, aunque con semblante más serio del que acostumbraba a mostrar.
Parecía como si estuviera buscando a alguien. Su vista recorrió toda la habitación, hasta que dio a parar con sus ojos. Entonces sonrió ¿La estaba mirando a ella? No, no podía ser. Miró a su alrededor, pero no había nadie más mirando en esa dirección. Y antes de lo que esperaba, lo tenía parado delante suya.

- Hola Marta, te estaba buscando.

La estaba buscando a ella. ¿Qué se suponía que estaba pasando? ¿Qué clase de broma pesada era aquella? Y sin embargo no encontraba a nadie a su alrededor, esperando el momento para empezar a reír.
No, a ella no le iban a gastar una broma. No era tan inocente como todos se pensaban. Si le querían gastar una broma, no se iban a salir con la suya. Ella la iba a volver en contra. Así que tendría que atacar.

- Estaba esperándote.

Eso si que no se lo esperaba. Se había sonreído y parecía un poco avergonzado. No parecía como si se fuera a reír. O justamente era eso, aguantarse la risa. Javi, la broma no te saldrá bien.

- Me alegro, creí que te abrías cansado ya de esperar. ¿Quieres que vayamos afuera, a un sitio más tranquilo dónde podamos hablar?

What?
Ah, ya… Afuera esperaba la gente para reírse.
Cuidado Marta, has estado a punto de creértelo.
Pues les iba a dar el gusto. Al fin y al cabo no tenía nada mejor que hacer. Así que se dirigió hacia la puerta con una gran sonrisa de satisfacción. Si se reían de ella, no se iba a dejar amedrantar, estaba claro.
Pero cuando salió, no había nadie riendo…
Javi la seguía, parecía que estaba un poco nervioso, y le indicó un banco de la plaza de enfrente del local.

- Sentémonos allí.

Ahora si que no entendía nada de lo que estaba pasando, pero estaba claro que no podía bajar la guardia.
Se sentaron en el banco más alejado, en el lado más solitario de la plaza, donde ni siquiera la gente pasaba. No había ningún sitio donde la gente pudiera esconderse para empezar a reírse. Pero no por eso tenía que ser verdad.

- Puede que te resulte un poco extraño todo esto, pero quiero que sepas que cada una de las palabras que te voy a decir es verdad. Hace tres meses estaba en clase, compadeciéndome de mi mismo, por parecer una persona que no soy, por querer hacer algo de lo que la gente se reiría, por todo. En ese momento levanté la cabeza. No sabía siquiera qué estaba diciendo el profesor. Y vi una melena rubia sentada dos filas mas alante de mi. Estaba atendiendo al profesor, y subrayando un libro. Al lado tenía unos esquemas que parecían magníficos. La organización en persona. Y entonces miré mi mesa. El libro cerrado, la libreta llena de dibujos,… ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Esa no era la persona que yo era. Lo que la gente pensaba de mi me estaba dominando. Sin embargo tu estabas allí, no te había visto nunca hasta el momento, y eso que sospechaba que estabas en mi clase desde principio de curso. En ninguna fiesta del campus, ni nada. Eras quien querías. Pero… ¿Quién eras?
A partir de ese día te empecé a observar un poco más. Eras una chica que tenía un grupo de amigos que, desde lejos, se veía que te querían. Cuando estabas con ellos estabas muy alegre, y parecías muy cariñosa. Sin en valgo, cuando estabas sola, tu cara reflejaba eso mismo, que te sentías sola. Te comprendía tan bien…
El otro día estaba con un amigo. Estaba amargado porque no tenía buenos apuntes de geometría, y no encontraba a nadie que pudiera dejarle unos en condiciones. Entonces me acordé de ti. Le deje caer que los tuyos parecían que tenían buena pinta. El se extrañó de que yo te conociera, pero no dijo nada al respecto.
¿Sabes? Ese día conocí por fin tu nombre. Marta… Me sorprendí dándome un vuelco el corazón cuando lo escuché, y deseando que me contara más de ti. Pero no lo hizo.
No pensaba venir a esta fiesta, pero por casualidad escuché que venías. Y otra vez me sorprendí vistiéndome para venir. Así que me prometí, que no dejaría pasar este momento y hablaría contigo.
Y aquí estoy.

Estaba anonadada. No sabía ni cómo reaccionar. ¿Todo aquello era verdad?
Y no, no había nadie…
No podía seguir pensando que alguien saldría en cualquier momento y se reiría de ella. Así que se levantó de un salto, y le dijo que se fueran a otro sitio. Si aceptaba, le creería.
El la miró un poco sorprendido, pero se levantó.

Empezaron a andar, iban muy callados y ni siquiera se miraban. Pero seguían caminando.
Salieron del centro, y empezaron a andar por el paseo marítimo. No podía parar. ¿Y si paraba y descubría que todo era mentira? Pero tenía que hacerlo. Al fin y al cabo, alguna vez lo tendría que hacer.

Se dirigió hacia el mar, y a unos escasos cinco metros del mar, se detuvo. Se quitó los zapatos, y se sentó.
Hacía bastante fresquito, hasta entonces no se había dado cuenta. Pero no dijo nada.
El se sentó a su lado. Pegado a ella. Tan pegado que su brazo tocaba al suyo. El sintió que tenía frío, así que, como en la mejor de los sueños, se quitó su chaqueta y se la puso. Le quedaba un poco grande, pero era parte del encanto del momento.
Así que allí estaban, sentados en la playa escuchando a las olas romper en la orilla. Bajo un cielo estrellado y luna llena. ¿Qué más se podía pedir?

- Aún no has dicho nada.
- Lo sé.
- Lo siento.
- ¿Porqué?
- Creo que te he asustado.

¿Qué la había asustado? Podría ser… Pero no, no es que la hubiera asustado, es que no se lo esperaba. Todo le sonaba a una broma, sin embargo parecía sincero. Pobre, seguro que se había confundido y la había idealizado.

- No me has asustado. Es que no me lo esperaba.
- Lo siento. Es que como casi todas las chicas de la escuela no dejan de perseguirme para que salga con ellas, a veces se me olvida que puede haber chicas que no quieran.
- ¿Eres consciente de lo egocéntrico y creído que suena eso?
- Si. Lo siento.

¿Qué le pasa a este niño? ¿Por qué sólo pide perdón? No sabe decir otra cosa ¿o qué? Parece como si creyese que todo lo que hace o dice en esta vida lo hace mal. Como si todo a lo que le dicen no, o le ponen algún pero, sea porque esta mal. Vale, a veces uno se cree una cosa en su cabeza y luego son otras, pero porque sea así no significa que este mal, significa que estaba equivocado. Punto y final.

- ¿Eres consciente de la cantidad de veces que has dicho “lo siento” desde que empezamos a hablar?
- Si… Perdón.
- Genial, has cambiado el “lo siento” por “perdón”. ¿Sabes que en realidad es lo mismo, verdad?
- ¿Qué quieres que le haga si me pones nervioso?

¿Cómo? ¿Qué le pongo nervioso? ¿Yo? El si que me pone a mi nerviosa. Con esa carita, esos ojitos, esa sonrisa…
Él, la persona por la que suspiraba. Pero… Ella estaba en lo cierto. En el fondo no era como todos pensaban. Había un niño muy dulce dentro de él, con mas aspiraciones en la vida que ser el juerguista y ligón de la clase. Tenía una cabeza centrada, con las ideas claras. Y solo ella lo sabía. Solo ella lo sabía porque él se lo permitía ver. Solo a ella, si. Ella era la más especial para el. ¿O no?

- Seguro que eso se lo dices a todas.
- Te aseguro que no.
- Es una buena forma de ligar…
- Yo no ligo.

¡Que no liga dice! Todas las chicas del campus suspiran por el. Y la mitad han tenido algún tipo de relación con el. Al final va a ser un mentiroso compulsivo. Eso es una enfermedad, ¿verdad?

- No conozco a nadie que haya salido con mas chicas que tu.
- Sólo he tenido una novia en mi vida.
- Que a las demás no les llames novias no significa que no hayas salido con ellas.
- Que una chica se invente que he salido con ella, no significa que realmente lo haya hecho, ¿sabes?

Una de dos, o dice la verdad, o es un mentiroso realmente bueno. Al fin y al cabo casi cualquier chica del campus querría salir con el. Y pensándolo mejor, muchas de ellas mentirían por tal de unirse a ese gran club de “exnovias de Pablo”. Así todas las demás estarían celosas. Si, tiene sentido.

- ¿Y no te molesta?
- ¿Qué mas da lo que piense el resto mientras yo este seguro de lo que he hecho y he dejado de hacer?

Esa respuesta la dejó muerta. Eso es algo que ella siempre había tenido claro. Ella era quien era. Y punto. Si la querían mas, si la querían menos. Si tenía más amigos, si tenía menos. Al menos ella era como quería. Era fiel así misma. Aunque también querría haberle gustado un poco más a la gente siendo así. Pero prefería estar un poco más sola y ser auténtica, que tener más amigos y ser una persona que no le gustaba.

Era curioso, pero desde que se cruzaron sus miradas en el local, no se habían vuelto a mirar a la cara. Ambos contemplaban el mar. Ese mar tranquilizador que les ayudaba a calmar sus nervios. Esos nervios que Marta tenía por sentirse la chica más afortunada y especial del mundo. Esos nervios que Javi tenía por querer terminar de decirle a la estupenda chica que tenía a su lado lo que había empezado en la plaza.

- ¿Te he dicho ya que me gustas?

Si, le gustaba. Ella le gustaba. Le gustaba a él. ¿Cómo elegir ahora las palabras correctas? A ella también le gustaba él. ¿Cómo no le iba a gustar? ¿De verdad era real?

Pero ya era demasiado tarde para responder. Sentía como él la miraba. Cómo la miraba fijamente. Y como su mano se posó suavemente en su mejilla. No hizo falta que el la girara, ella giró su cabeza lentamente para situarla en frente de la suya.

- Si. Pero yo no te he dicho que tu me gustas a mi.

Él sonrió dulcemente, como a ella tantísimo le gustaba. Con esa sonrisa que alegraba sus sueños. Con esa sonrisa en la que pensaba cada noche antes de acostarse. Con esa sonrisa que ahora mismo tenía delante suya e iba dedicada a ella.

Ambos sabían qué era lo siguiente que iba a ocurrir.
Sus cabezas se acercaron lentamente hasta que a penas cabía un soplo de aire entre ambos. Se acercaron hasta que sus labios estaban rozándose.
Entonces, y sólo entonces, se besaron.

Por fin estaba pasando lo que tanto tiempo había deseado. En ese momento pararía el tiempo eternamente. Permanecería el resto de su vida justo allí. Sentada en la orilla de la playa, al lado de un chico maravillo, con su chaqueta puesta, y sobre todo, besándolo. Estaba besando a Javi. Por fin lo estaba besando.

Y allí estaba, en la dichosa fiesta, comprobando lo que ella ya sabía, que en realidad no estaba invitada y que en el mundo de Javi, no existía. Y eso no iba a cambiar.

Sin embargo, cuando creía que Javi no vendría, apareció . Allí estaba, parado bajo el quicio de la puerta, aunque con semblante más serio del que acostumbraba a mostrar.
Parecía como si estuviera buscando a alguien. Su vista recorrió toda la habitación, hasta que dio a parar con sus ojos. Entonces sonrió ¿La estaba mirando a ella? No, no podía ser. Miró a su alrededor, y allí estaba su grupo de amigos, saludándolo y esperándolo.

Algún día tendría que dejar de soñar despierta. Pero sólo algún día.

2 de octubre de 2011

Capítulo 8

Querido diario:

¿Cómo estas? Se que hace mucho que no escribo en ti. De hecho desde que conocí a Marcos no he vuelto a escribirte. El me hizo ver que qué mejor que escribir un diario que tener un amigo al que contarle las cosas. Y así lo hice. Le cuento todo a el, y a ti te dejé un poco de lado.
Lo siento. Lo último que te escribí era que tenía el mejor amigo del mundo, y aunque no cambio eso por nada del mundo he de reconocer que a veces una tiene que escribir ciertas cosas para no olvidarse jamás de ellas.

Todo el mundo dice siempre una expresión, que hasta hoy no había comprendido demasiado, pero creo que tiene una verdad absoluta. Si, absoluta. Y a partir de ahora le haré caso al ciento por ciento.
¿Que qué expresión es?
Sencillo:

“MAS VALE MALO CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER”

Si ya lo decía yo. Eso de probar nuevo peluquero no es para mi. No me gustan los experimentos. Yo era feliz yendo a mi peluquero de toda la vida. ¿Que tenía un peinado un poco ortera? Si, pero me da igual. ¡En mi pelo no se nota!
Lo que si que se nota es un pelo quemado y chamuscado. O peor: la ausencia de pelo.

Vale que al final todo haya quedado en un susto. Pero bueno, podría haber sido algo muy fatídico. Nunca antes me había llevado un susto así. Me he visto con la cabeza rapada. Que horror.

Aunque he de confesar que me da un poco de lástima el chico. Me he ido corriendo y lo he dejado con el almuerzo a medio preparar. Aunque tampoco entiendo muy bien porqué me invita a comer si esta claro que no le gusto...
Definitivamente los hombres son muy complicados. Yo se que soy un poquito exigente, pero tampoco es para tanto. Solo quiero que me quieran. Digo yo que no es un imposible, ¿no?

Pues me tenías que haber visto saliendo de allí como una loca. Cuando salí a la calle me pareció mentira. Por fin respirar un poco de aire fresco.
No recuerdo ni tantas horas estuve allí dentro, solo se que cuando salí, el trafico estaba ya bien. Y cogí el bus de regreso a casa.

Me siento un poco culpable, no he estudiado en todo el día. Pero lo llevo bien, así que no me voy a agobiar. (Por mucho trabajo que me cueste).

Nada mas salir llamé a Marcos. No salía de su asombro. Si es que tiene razón, soy un completo desastre. Aunque creo que no tengo toda la culpa. Si yo soy desastre, y los chicos con los que parece que va a pasar algo también lo son, pues normal que el resultado final sea un desastre total.
Me dijo que llamara a Carlos y esa gente, que iban a ir a una fiesta, pero que el no podría ir porque había quedado con su novia. Las novias... Siempre las novias...

Total, que llamé a Carlos y estaba con Julio. Se dedicaron a intentar convencerme para ir a una fiesta.  Aunque no se para qué te digo que estaban intentando convencerme, ya que al final me han convencido. Yo no tengo la culpa de no saber decir que no.

La culpa de haberme convencido tan rápido también se debe a que me han dicho que va a ir Javi.
Si, Javi, ¿te acuerdas de el?
Dios, hace mil que no te hablo de el. Javi es el amigo de Carlos. Bueno, no exactamente amigo, simplemente estudia con el en la facultad. También estuvo hace poco en una asignatura de libre configuración conmigo. No he hablado con el nunca, pero se ve tan mono...
Carlos me ha hablado muy bien de el.

Así que aquí estoy, acabada de duchar, en albornoz, toalla en la cabeza... Como me gusta...
Y como voy un poco adelantada de tiempo, pues me he puesto a escribirte. Me dije que solo te escribiría una hoja, pero no lo puedo evitar.
Ahora estoy intentando decidir qué ropa me pongo. No se cómo va a ser muy bien la fiesta. No se si ponerme vestido, pantalón de traje, tacones, zapatillas,...
Iré a lo seguro: sandalias con un poco de tacón, pantalones largos vaqueros, camisa de mangas cortas, pelo suelto y pañuelo en la cabeza a juego con la camiseta. Pintada ni mucho ni poco, lo justo. Así seguro que no fallo.

Y dicho esto, me voy a terminar de arreglar que al final se me hará tarde y todo. ¡Y odio llegar tarde!

Me ha encantado volverte a escribir. Quizás lo vuelva a hacer.

Un beso

Marta